El presidente republicano se rindió en su
intento por cambiar el sistema migratorio de EU, el demócrata lo logró
pese al Congreso
WASHINGTON — Cuando George W.
Bush no pudo conseguir una reforma inmigratoria a través del Senado se
rindió. Cuando Barack Obama no la pudo conseguir a través de la Cámara
de Representantes, cambió las reglas.
Reescribir el sistema de inmigeriguara estaba en el núcleo de la política de “conservadurismo compasivo” que Bush mantenía como su eslogan y cercana a su corazón, según lo que decía.
Pero en junio de hace siete años, un decepcionado Bush dijo “no funcionó”, cuando su esfuerzo por una reforma comprensiva finalmente murió en el Capitolio. Cuestionado por el fracaso, pidió a su equipo que investigaran si podía actuar por su cuenta, concluyeron que no era posible.
Así que Bush, un presidente que peleó una guerra contra el terrorismo con una extensa interpretación de las decisiones que podía tomar por si solo, concentró sus esfuerzos en otros temas durante sus últimos 18 meses en el gobierno.
Obama se negó a aceptar el mismo destino.
Cuando la reforma inmigratoria murió en el Congreso este año Obama, como Bush, pidió a sus abogados que averiguaran si podía cambiar el sistema él solo. El equipo de la Casa Blanca llegó a la conclusión de que sí.
Así que más de 500 días después de que el Senado aprobó una iniciativa de reforma inmigratoria bipartidista, que los republicanos detuvieron en la Cámara de Representantes, Obama dio a conocer su plan.
En un aviso en horario estelar, el mandatario anunció que usaría su poder ejecutivo para parchar el sistema inmigratorio lo mejor que podía, poniendo un alto temporal al riesgo de que más de cinco millones de personas fueran deportadas.
Reescribir el sistema de inmigeriguara estaba en el núcleo de la política de “conservadurismo compasivo” que Bush mantenía como su eslogan y cercana a su corazón, según lo que decía.
Pero en junio de hace siete años, un decepcionado Bush dijo “no funcionó”, cuando su esfuerzo por una reforma comprensiva finalmente murió en el Capitolio. Cuestionado por el fracaso, pidió a su equipo que investigaran si podía actuar por su cuenta, concluyeron que no era posible.
Así que Bush, un presidente que peleó una guerra contra el terrorismo con una extensa interpretación de las decisiones que podía tomar por si solo, concentró sus esfuerzos en otros temas durante sus últimos 18 meses en el gobierno.
Obama se negó a aceptar el mismo destino.
Cuando la reforma inmigratoria murió en el Congreso este año Obama, como Bush, pidió a sus abogados que averiguaran si podía cambiar el sistema él solo. El equipo de la Casa Blanca llegó a la conclusión de que sí.
Así que más de 500 días después de que el Senado aprobó una iniciativa de reforma inmigratoria bipartidista, que los republicanos detuvieron en la Cámara de Representantes, Obama dio a conocer su plan.
En un aviso en horario estelar, el mandatario anunció que usaría su poder ejecutivo para parchar el sistema inmigratorio lo mejor que podía, poniendo un alto temporal al riesgo de que más de cinco millones de personas fueran deportadas.
Obama dijo que no tenía otra opción que seguir adelante, pese al
furioso clamor de los republicanos de que iba en contra de la
Constitución y que se estaba comportando más como un rey que como un
presidente debilitado y doblado por un Congreso hostil.
“Para aquellos miembros del Congreso que cuestionan mi autoridad para hacer que nuestro sistema de inmigración trabaje mejor, o cuestionan la sabiduría de mi actuar donde el Congreso ha fallado, les tengo una respuesta, aprueben la iniciativa”, dijo Obama.
Una opción temporal para las familias
El presidente planea ofrecer un alivio temporal a la deportación de padres de ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes que han estado en el país por más de cinco años. Así como extender un programa que ya permite a inmigrantes indocumentados que fueron llevados al país cuando niños quedarse en la nación.
Las medidas se quedan cortas para arreglar lo que Obama considera una reforma inmigratoria comprensiva haría, pero debido a que fue forzado a actuar mediante una orden ejecutiva, su decisión podría ser borrada con una sola firma de un futuro presidente.
Pero es claro que Obama está motivado por algo más que solo arreglar el sistema inmigratorio estadounidense.
En las dos últimas semanas, desde que un rotundo triunfo republicano en las elecciones legislativas fue visto como un golpe mortal para su presidencia, Obama ha estado trabajando a un ritmo vertiginoso.
Un presidente que cree que fue electo dos veces para llevar a cabo un cambio no se está dando por vencido solo porque el Congreso está en su camino.
El vocero de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, aseguró en respuesta que Obama “está cementando su legado de ilegalidad y despilfarrando la poca credibilidad que le quedaba”, dijo.
“Para aquellos miembros del Congreso que cuestionan mi autoridad para hacer que nuestro sistema de inmigración trabaje mejor, o cuestionan la sabiduría de mi actuar donde el Congreso ha fallado, les tengo una respuesta, aprueben la iniciativa”, dijo Obama.
Una opción temporal para las familias
El presidente planea ofrecer un alivio temporal a la deportación de padres de ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes que han estado en el país por más de cinco años. Así como extender un programa que ya permite a inmigrantes indocumentados que fueron llevados al país cuando niños quedarse en la nación.
Las medidas se quedan cortas para arreglar lo que Obama considera una reforma inmigratoria comprensiva haría, pero debido a que fue forzado a actuar mediante una orden ejecutiva, su decisión podría ser borrada con una sola firma de un futuro presidente.
Pero es claro que Obama está motivado por algo más que solo arreglar el sistema inmigratorio estadounidense.
En las dos últimas semanas, desde que un rotundo triunfo republicano en las elecciones legislativas fue visto como un golpe mortal para su presidencia, Obama ha estado trabajando a un ritmo vertiginoso.
Un presidente que cree que fue electo dos veces para llevar a cabo un cambio no se está dando por vencido solo porque el Congreso está en su camino.
El vocero de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, aseguró en respuesta que Obama “está cementando su legado de ilegalidad y despilfarrando la poca credibilidad que le quedaba”, dijo.
La reforma inmigratoria siempre estuvo en la mente de Obama desde que
llegó a la Casa Blanca. “Estaba entre la gran lista de pendientes de
por qué quería ser presidente”, aseguró un funcionario de la Casa
Blanca. “El cambio climático, la inmigración y el sistema de salud
fueron problemas que los presidentes eludieron por décadas”.
“Él de verdad pensó que tenía una oportunidad de encargarse de los tres (…) y parece que va a hacer progresos en los tres”, agregó.
Los factores que llevaron al anuncio la noche de este jueves han estado preparándose por meses, lo que podría explicar la notable falta de drama que rodeó el anuncio del presidente.
¿Por qué actuar solo?
Muchos en la Casa Blanca pensaron que nunca llegarían a este punto.
En junio de 2013, cuando el Senado aprobó la iniciativa, funcionarios de la administración pensaron que la Cámara de Representantes la pasaría y la daría a Obama para promulgar.
La razón era que si el Partido Republicano quería volver a la Casa Blanca necesitaba hacer las paces con los votantes hispanos, “era claro que era el momento”, dijo el funcionario y Obama esperó, sin embargo, la paciencia se agotó conforme los meses pasaron.
Obama sentía la presión de los activistas pro reforma inmigratoria en su base liberal política, tanto que comentó en varias ocasiones que que no podía arreglar el sistema de inmigración por sí solo y saltarse al Congreso.
Otro funcionario de la Casa Blanca señaló este jueves que la administración concluyó que no tenía sentido esperar más tiempo porque Boehner se creaba a crear otra iniciativa que estudiara el nuevo Congreso.
El evento que precipitó el mensaje de este jueves pasó en junio.
Los golfistas Tiger Wood y Phil Mickelson visitaron la Casa Blanca, evento en el que también estuvo presente Boehner y en el que podían compartir su pasión por este deporte, una de las pocas pasiones que tienen en común. Pero al término, el presidente estaba furioso porque Boehner le dijo que no le enviaría una iniciativa sobre inmigración.
El vocero dijo al presidente que los estadounidenses simplemente “no confían en él para hacer cumplir la ley como está escrita”. Mientras tanto una crisis humanitaria aumentaba en la frontera sur con miles de niños migrantes cruzando la frontera, muchos de ellos solos.
Los republicanos acusaron que la culpa era principalmente de una orden ejecutiva previa del presidente que ofreció a los inmigrantes que fueron llevados a la nación cuando eran niños, conocidos como los dreamers, la oportunidad de diferir su deportación.
Obama respondió unos días después en un evento en la Casa Blanca.
“Pasen la iniciativa, resuelvan un problema. No digan solo ‘no’ a algo que todo el mundo necesita que se haga”, expresó.
“Él de verdad pensó que tenía una oportunidad de encargarse de los tres (…) y parece que va a hacer progresos en los tres”, agregó.
Los factores que llevaron al anuncio la noche de este jueves han estado preparándose por meses, lo que podría explicar la notable falta de drama que rodeó el anuncio del presidente.
¿Por qué actuar solo?
Muchos en la Casa Blanca pensaron que nunca llegarían a este punto.
En junio de 2013, cuando el Senado aprobó la iniciativa, funcionarios de la administración pensaron que la Cámara de Representantes la pasaría y la daría a Obama para promulgar.
La razón era que si el Partido Republicano quería volver a la Casa Blanca necesitaba hacer las paces con los votantes hispanos, “era claro que era el momento”, dijo el funcionario y Obama esperó, sin embargo, la paciencia se agotó conforme los meses pasaron.
Obama sentía la presión de los activistas pro reforma inmigratoria en su base liberal política, tanto que comentó en varias ocasiones que que no podía arreglar el sistema de inmigración por sí solo y saltarse al Congreso.
Otro funcionario de la Casa Blanca señaló este jueves que la administración concluyó que no tenía sentido esperar más tiempo porque Boehner se creaba a crear otra iniciativa que estudiara el nuevo Congreso.
El evento que precipitó el mensaje de este jueves pasó en junio.
Los golfistas Tiger Wood y Phil Mickelson visitaron la Casa Blanca, evento en el que también estuvo presente Boehner y en el que podían compartir su pasión por este deporte, una de las pocas pasiones que tienen en común. Pero al término, el presidente estaba furioso porque Boehner le dijo que no le enviaría una iniciativa sobre inmigración.
El vocero dijo al presidente que los estadounidenses simplemente “no confían en él para hacer cumplir la ley como está escrita”. Mientras tanto una crisis humanitaria aumentaba en la frontera sur con miles de niños migrantes cruzando la frontera, muchos de ellos solos.
Los republicanos acusaron que la culpa era principalmente de una orden ejecutiva previa del presidente que ofreció a los inmigrantes que fueron llevados a la nación cuando eran niños, conocidos como los dreamers, la oportunidad de diferir su deportación.
Obama respondió unos días después en un evento en la Casa Blanca.
“Pasen la iniciativa, resuelvan un problema. No digan solo ‘no’ a algo que todo el mundo necesita que se haga”, expresó.
Fuente: CNNMéxico
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